domingo, 18 de marzo de 2012
El penultimo sueño
Joan había planchado el traje para ocaciones especiales que madame Joséphine le había regalado, y esperaba ponérselo, pues para él ésa era la ocasión mas especial que se le había presentado en toda su vida. Volvió a sentarse al piano y ensayó Tristesse hasta que la emoción le arrancó las primeras lágrimas. Con el corazón a punto de explotarle volvió a mirar el reloj. Se cambió en la cocina, masticó hojas de hierbabuena para que el aliento le oliera a campo y empezó a tocar mientras la brisa del mar lo bañaba de susurros... Joan salió a su encuentro, vestido de amor y miedo, haciendo una pequeña reverencia frente a ella, la misma que le habia visto hacer a Pau Casals en sus conciertos; por una noche dejaría de ser camarero anónimo para convertirse en virtuoso pianista. Entonces empezó a liberar, nota a nota, la sonata aprendida de memoria. Soledad cerró los ojos y dejó que los sentires rodaran por sus mejillas...aquella musica la ataba con cintas invisibles al alma de aquel muchacho, que amaba con el piano. Joan la vio así, estatua virgen, con sus mejillas brillantes empapadas de sal sentida, y rogó que el tiempo no pasara.Tocó para ella, para él, para los dos, para su madre muerta, para su padre ausente, para la vida que ahora le regalaba la gloria de saberse vivo. En silencio,unidos sólo por la música, sintiendo los latigazos del amor sin futuro que acababa de nacerles, volvieron a quedarse hambrientos de horas. Él, que no se atrevía más que a mirarla, apreció a amarla rozándole el vestido con arpegios que nacián y morían como olas.Ella niña viajera de otros mundos, empezó a acariciarlo con palabras... Por los ventanales, los luceros trasnochados se colaban y aterrizaban en gotas sobre el suelo de mármol; empezaba a clarear, y una brisa suave los llamaba desde fuera. Joan la invitó a escuchar el ultimo concierto.Salieron a hurtadillas por la puerta del servicio, él con su traje blanco, ella con sus velos, descalzos frente a la agonizante noche... ...El mar amanecía tocando para ellos una sonata más bella que Tristesse, la sonata del amor de Joan. Entonces bailaron conducidos por sus olas, con los pies empapados de notas musicales...bailaron hasta que nació, con un grito naranja, el día.
Relato del libro " El penultimo sueño" de la escritora: Ángela Becerra
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